Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo (Filipenses 2:15).
Como cristianos tenemos una gran responsabilidad, fuimos llamados a ser lumbreras en el mundo. Sin proponĂ©rselo el cristiano irradia amor, paz, consuelo y estabilidad. Debemos reflejar nuestra espiritualidad con Dios, y eso lograremos manteniendo una buena comunicaciĂłn con nuestro Padre celestial, haciendo todas las cosas para agradar y glorificar a Dios, no a nosotros mismos. Cuando tenemos una buena relaciĂłn con Dios y entendemos la clave del cristianismo, las personas lo notan. Nuestro deber es guiarlos a la fuente de todos esos atributos: Cristo JesĂşs. A su lado encontrarán respuestas, fuerzas para seguir adelante, seguridad, identidad y, sobre todo, la vida eterna. Pidámosle a Dios cada mañana su bendiciĂłn y que nos dĂ© sabidurĂa para ser lumbreras en el mundo y que con nuestro testimonio podamos ayudar a muchas personas a conocer y llegar a los pies de Cristo JesĂşs.
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